viernes, 14 de enero de 2022

El mejor partido de la historia (creo)

Apenas terminó el partido, de una se me vino a la cabeza el título de esta entrada.


Realmente me parecía que habíamos jugado un partidazo. Sin embargo, con todo lo que paso desde ese día hasta hoy, que me siento a escribir la entrada, solo queda un leve recuerdo, el título y la sensación de que realmente lo fue, el mejor partido.

Pero si, fue un gran partido. 

Esta vez, ante la ausencia del Kaiser, habíamos decidido jugar solamente entre nosotros. Era el día de cumpleaños de mi padre, así que volver a las canchas con él, después de tantos años sería un evento memorable. Sin embargo, reunir 10 lasallistas para un partido es una misión imposible, que evidentemente, no pudimos lograr, 2 extracomunitarios, que ya han aparecido en este blog, nos ayudaron a completar el combo. Mi padre tampoco asistió.

Lumi había conseguido la cancha, al llegar al CUR nos dimos cuenta que era la pequeña, un par de comentarios sobre eso y nada más. Nos dividimos en equipos, mas o menos parejos y a jugar.

Se juega en el CUR
La sorpresa de la noche era la presencia de Checho, el excandidato a la personería en el LHEMI en el año 2000, había arribado a la ciudad de Bogotá un par de días antes y se reportaba en la casa de quien hoy escribe, justo ese día para jugar y comer torta de cumpleaños.

El encuentro fue muy parejo, se corrió todo el partido y las expresiones de cansancio fueron pocas. Se peleaban todas las pelotas entre risas y ganas de humillar al rival, parecíamos dopados, o inspirados por un deseo incontenible de seguir jugando, nuestros achacados, fofos y en decadencia cuerpos respondieron todo el partido. Si. Así como lo está leyendo, hace 3 partidos no dábamos una, éramos conos para el equipo rival, y ahora éramos Victor Mora en San Silvestre.

Pero no se asusten, la explicación es sencilla... La cancha es mucho más pequeña... 

Fue el mejor partido porque nos dimos pata entre nosotros y nos divertimos y corrimos, no terminamos tan cansados y terminamos comiendo ponqué de cumpleaños con checho en segundo hogar, como en los viejos tiempos.