Se diluían los minutos reglamentarios del partido y había
mucha tensión por marcar, o incluso por evitar que el contendor lo hiciera, el
nerviosismo del plantel obligaba a tener cautela, cada pase era medido con
precisión, rifar la pelota no estaba en los planes de nadie, no era momento
para hacer jugadas insulsas, ni túneles, ni fintas, ni mucho menos se podía
pensar en desordenar las líneas, había mucho en juego y ante cualquier asomo de
duda todo se iría al traste. El aviso
del fin de este capítulo se escuchaba desde la tribuna, era el verdugo con la
cara pegada al alambrado quien nos anunciaba que la instancia más dramática del
cotejo había llegado…
Adivine el pasaje |
Uno de los principales artífices de lograr esta hazaña, la de
reunir a los lasallistas en cada convocatoria, es el joven Káiser, quien a través del grupo de WhatsApp nos informa sobre la
logística previa a los partidos. De este modo logró que para este fincho,
defensor, Anés Chavo, Marioñu, Jancker, Checho y Dj Pinilla respondieran al
llamado futbolero. A pesar de algunas
bajas sensibles, había equipo para dar la batalla contra los aspirantes a
dominar la lengua de Friedrich III.
El empate se había consumado. Los nefastos penaltis definirían el equipo que seguiría en cancha, pero a diferencia de otras competiciones, el formato usado sería tiro y tiro hasta definir el ganador, algo así como Irán y Estados Unidos lanzándose misiles. El primero en cobrar estaría a cargo del infalible Marioñu quien taponeó a la derecha del arquero para poner el 1-1, luego vendría el Chavito para el 2-2, Jancker para el 3-3, todo esto mientras nuestro portero intentaba desviar sin mucho éxito los penales del adversario.
El penalti parece fácil, pero anotarlo es cada vez más
difícil. La inexperiencia, la presión, pero sobre todo los nervios juegan en
contra del pateador. Es injusto pero emocionante, no en vano muchos campeonatos
que se han definido por esta vía han sacado las lágrimas de los fanáticos. Acá
en este blog sí que sabemos de eso.
De momento era Anés quien marcaba el 4-4 en la definición.
Una tanda que parecía eterna bajo el sol canicular del medio día
capitalino. Pateó el rival y marca el 5-4, la situación se
ponía tensa, se venía el cobro definitivo para seguir jugando.
Tomando un sorbo de agua y acicalándose su cabellera naranja,
el venido de Melmac pidió el cobro, no dudó en segundo en poner el balón en el
machón blanco del penal, estaba realmente decidido, tomó carrera, pateó… y ¡Falló! Todo estaba consumado, sólo restaba abandonar cabizbajos el gramado lamentando lo sucedido.
El nuevo papá |
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