El tiempo era apremiante. Los
pasos del administrador de la cancha se podían sentir como un incesante palpitar.
La pelota pesada, un defensa y el arquero eran los únicos obstáculos que se
interponían en su camino. Rematar al arco antes que el silbato sonara era lo
único que pasaba por su cabeza en esos escasos segundos. Las gotas de lluvia y
sudor que rodaban por su rostro no lograban distraer el panorama. El objetivo
era claro: convertir un gol, una anotación que tuviera tintes heroicos, que coloreara
la noche oscura y escandalosamente lluviosa que se cernía sobre la ciudad. Las
rotativas habían parado esperando el desenlace de una finta, un enganche y una
posición ideal para disparar a puerta. Los flashes de las cámaras se preparaban
como luciérnagas para guardar como un tesoro para toda la eternidad ese gol
agónico que consiguiera empatar la pizarra.
El destino ya se lo tenía preparado, era él y únicamente él, la persona
elegida como el protagonista de esta historia.
No hay nada más que esperar, el impacto del guayo del
Chavito con el
balón es certero y tiene inminente dirección a la portería. La pecosa se
desplaza con un movimiento rectilíneo tan perfecto como la
"Bogotá Para Todos" Los brazos de los compañeros se alzan para
celebrar y festejar…
¡No!
Ahí fue cuando una caprichosa pierna se
atravesó, el rival se fue en contragolpe para que fácilmente nos marcaran el
7-9 lapidario con el que concluyó el cotejo.
...
Pero señores, ¿Cuándo no?,
ustedes llevan casi una década leyendo este blog y las decepciones y los
papelones superan con creces las victorias. La verdad es que no hay forma de
explicar de qué forma se pierde un partido que se tenía ganado con una enorme
facilidad, con buen juego y una ventaja considerable. Todo había empezado entre abrazos y
carcajadas en el festejo de varios motivos: El regreso de Vergara, el
Cumpleaños del primo, el cumpleaños y la segunda vez de Lumi (nos referimos a
su paternidad por supuesto).
Después, el juego se desarrolló con
condiciones adversas debido al fuerte aguacero que nos acompañó durante la
noche, sin embargo el quinteto lasallista conformado por Lumi, “el caleño”
Vergara, Chavito, un NN y Jancker, dieron muestras de buen trato al balón, contundencia
ofensiva y solidez en la parte posterior. Aunque a decir verdad no podríamos decir lo mismo de la solidez de
la pantaloneta de nuestro arquero Lumi, debido a que se rasgó como un trapo de
papel, así como le pasó a la bandera gigante de los santafereños.
Desde luego que el partido no fue
fácil, ya que nuestro habitual portero, DJ Pinilla tuvo que ser cedido al
equipo rival, bajo el pretexto de completar los cinco integrantes del
contrario. De cualquier modo, sirvió para verlo en acción, sobre todo por el
exceso de trabajo que le puso “El caleño” Vergara, quien sin temor a la altura
de la capital, corrió y remató desde
cualquier parte del campo, logrando anotar el hattrick original: Una tripleta de goles, uno con cada uno de los
pies y el otro de cabeza. Gran partido sin duda para el ex jugador de San
Lorenzo. (Un conjunto cerrado de Salitre).
El rival, que también juega, se
sacó la presión, y de la mano del
Káiser Romero
empezó a jugar con una precisión asombrosa. Cada remate a puerta era un gol
fijo. Fue básicamente un capricho de los dioses del fútbol que todo lo que el
rival lanzaba a puerta se convertía inmediatamente en gol. Por eso reiteramos
que no hay explicación lógica para perder un partido de esa manera. Es cierto que el cansancio hizo mella en los
nuestros, sino que lo diga
Jancker que le hizo un hermoso homenaje a Totti,
pero no por vestir la camiseta de la AS Roma, sino más bien por estar al borde
del retiro de las canchas si es que no mejore su estado físico.
Lo cierto es, que la victoria fue muy meritoria para el rival, se tomaron confianza y lo consiguieron. Por algo
lo dice en su libro Diego “El cholo” Simeone: “¿Creer o trabajar? Primero
creer. Si se cree y luego se trabaja, se puede”.