lunes, 1 de abril de 2019

¿El último Partido?


Al comenzar ese domingo, se nos presentó una pregunta fundamental: “¿vamos todos al partido, o prefieres quedarte con las niñas en casa?” Una decisión difícil, teniendo en cuenta que habíamos pasado un fin de semana con visita a urgencias en la clínica, por cuenta de un virus que había diezmado el espíritu de equipo de la familia. Sin embargo, como era tradición de todos los puentes donde no viajábamos a Duitama, acompañar a papá era el mejor plan, así que nos armamos de valor, de pedialite y de pañales y salimos hacia Compensar a las 8:15 a.m., esperando tener tiempo para desayunar y poder estar listos para acompañar a papá en su tradicional encuentro futbolístico del LHEMI versus millenals aprendices de alemán.

Como era de esperarse, llegamos muy encima de la hora de inicio, pero afortunadamente nos encontramos con el organizador de los encuentros, el Káiser, quien rápidamente presentó sus credenciales con la “amable” asistente de apertura de canchas y pudieron acceder todos los jugadores aficionados conforme iban llegando. Inicialmente notamos una perturbación en el ambiente, cuando la señorita pidió al Káiser que le dijera el número de su cédula, y frente a su negativa, yo procedí a leerlo, acción que ambos encontraron muy extraña y absolutamente nada risible: como ya es sabido, a un sapo nunca le va bien, y no era la excepción este caso. 

Antes de iniciar la contienda, los asistentes preguntaron si Wilches y el Chavo venían retrasados, pero nos encontramos con la noticia de que sus talentos futbolísticos y gran compañía brillarían por su ausencia. No importa muchachos, los casi-alemanes se ven diezmados por la rumba del día anterior, todavía se puede.

El partido comenzó y a los pocos minutos de que la bola empezó a rodar, Defenzor, Andrés y Defenzorcita arribaron con prisa para poder cambiarse y entrar cuanto antes a la cancha a apoyar al glorioso LHEMI. Silvia advirtió que no conocía a ese nuevo amigo de su papá, refiriéndose a Defenzor, cuyo cambio look la tomó por sorpresa, quien ahora, según algunas versiones, es la viva semblanza del trágicamente desaparecido reguetonero “Legarda”. Junto con Defenzorcita pudimos darle la tranquilidad a Silvia de que efectivamente era el medio campo de toda la vida, el querido y recordado Defenzor de siempre.

Rodilla de defenzor tras el penalty no pitado por Oscar Julian Ruiz
La portería del LHEMI se resguardaría con Lumi, quien recibía y despachaba desafiantes lanzamientos del equipo barbudo, mientras Jancker y Mario recuperaban la pelota y subían al arco contrario a demostrarles a los contendores que no hacían falta piruetas parecidas a las de capoeira para anotar tantos y llevar la ventaja del partido. Incluso el arquero fue llamado en algún momento “Chilavert”, en honor al legendario y polémico arquero del Velez Sarsfield, atacando a los menudos y ágiles estudiantes del Sprach quienes reaccionaron con un contragolpe que puso en aprietos al osado arquero, siempre respaldado por las acciones defenzoras de Carlitos. Las gradas retumbaron cuando los goles del LHEMI sumaban, por cuenta de un túnel fantasmagórico obra de Jancker y sus complicadas estratagemas. 

Sin embargo, los oponentes se sintieron intimidados frente a tanto derroche de fútbol y estrategia deportiva y no tuvieron más remedio que acudir al viejo truco del juego duro y reducción de espacios de gol mediante agresivas atenciones hacia los consagrados jugadores del LHEMI. El juego proseguía, pero se sentía una tensión creciente, y los ataques de ambos equipos subían en velocidad y fuerza, mientras en las gradas nos debatíamos entre los sabores de la grama sintética que comía Sara, y la dificultad que el salto de lazo se presentaba frente a Defenzorcita quien muy entusiasmada seguía intentando superar. La angustia en las gradas llegó a su climax, cuando Silvia descubrió con tristeza pintada de ira que no se puede aprender a saltar lazo en el primer intento y que se necesita practicar y fallar muchas veces para conseguir aquello que se desea. Una dura lección para un alma de tan corta edad, aunque, a decir verdad, es una realidad contundente e igual de imponente en cualquier época de la vida.

El llanto de las pequeñas crecía, así como sus constantes llamados de ayuda al brillante portero del LHEMI, quien junto con Defenzor intentaban educar en la importancia de compartir a sus hijas, mientras luchaban por no recibir un balonazo en la cara o peor aún, un gol. Las circunstancias hicieron que tuviéramos que hacer una salida intempestiva a las instalaciones de Compensar donde encontramos agua para los jugadores y unos alpinitos y gelatinas, necesarios para que los espectadores en las gradas conservaran la calma y evitaran seguir ingiriendo grama sintética. Una vez retornamos a la cancha, se acercaba el final de la contienda y se escuchaban algunos improperios entre jugadores, pero no se entendía bien la naturaleza del conflicto; y aunque queríamos ahondar en el drama que rodaba y volaba tan velozmente como la pelota, el calor del medio día nos hacía pensar que tal vez el final del partido calmaría los ánimos y la deshidratación podría ser una de las causas de las caras rojas y los manotazos que se veían repartir entre unos y otros.  

Pero la hora llegó y aunque algunos salieron de la cancha para finalizar el encuentro, otros prosiguieron el juego a pesar de la llegada de los nuevos equipos de jugadores que empezaron a invadir la cancha, solicitando que el glorioso LHEMI y su ¿derrotado oponente? salieran cuanto antes  s para iniciar un nuevo partido (no tenemos claridad del marcador, nuestra atención se centraba en problemas como el lazo y los alpinitos regados en la ropa). Finalmente, todos pudieron salir a compartir el ¿triunfo? con la furibunda afición, pero el conflicto que podía percibirse en las canchas, se desplazó a las gradas y los lamentos y reclamos empezaron a suscitarse, primero en tímidas voces de desconcierto frente al comportamiento poco deportivo de algunos integrantes del equipo Lasallista, para luego convertirse en una sentencia de muerte a los encuentros futbolísticos que comprenden ya una tradición de amistad para este grupo de aficionados y apasionados por el fútbol que ven en estos espacios una oportunidad para recordar tiempos de antaño donde las preocupaciones eran menos y las razones para compartir sobraban.

La foto de un pasasdo que no volverá
Tuvimos que salir rápidamente, para luego continuar la charla disfrutando de un helado con las pequeñas, pero la conclusión del encuentro (cuyo marcador es un misterio para la afición) es que siempre seremos ganadores de cualquier contienda si seguimos unidos, compartiendo, si nos olvidamos de todo ese drama y observamos los motivos de cada uno con cariño, con el entendimiento que dan las amistades de toda la vida, con ese desenfado de saber que ningún problema ni mal momento es lo suficientemente grande como para impedir que nos riamos de toda la situación, y lo más importante, que conservemos el buen humor para convencer al Kaiser que separe la cancha para el próximo partido, porque en esta familia no nos perdemos un puente en Bogotá con partido del LHEMI en Compensar.

Sofia (única con MBA) y su emoción por debutar en este blog

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